EL FUTURO DE LA COOPERACIÓN Y DE LAS ONGD

Crítica a concepto de desarrollo

La idea de la existencia de países desarrollados y subdesarrollados surge a finales de los años 40, cuando el presidente Truman, en su discurso de investidura, habla por primera vez de la necesidad de apoyar a los países subdesarrollados. Desde entonces y hasta ahora se viene asociando desarrollo con el crecimiento económico, con un modelo de desarrollo a medida de las sociedades occidentales, antropocéntrico, en lugar del que ha existido en muchas otras sociedades, centrado en la armonía con la naturaleza, biocéntrico.

Esta idea de desarrollo dominante, presentado como inevitable y necesario, no está referida al proceso de activación de potencialidades para el mejoramiento social –lo que podría acercarse al significado estricto del vocablo desarrollo–, sino que se vincula a un concreto modelo de desarrollo, construido desde la racionalidad económica sin tener en cuenta los límites de la biosfera en la que vivimos junto al resto de la naturaleza. El no respeto a los límites físicos y biológicos del planeta unido a la lógica de un sistema en el que todo vale mientras produzca beneficios económicos, nos va llevando crisis tras crisis, burbuja tras burbuja, a chocarnos de frente contra los límites del planeta, el cambio climático, que ya sólo niegan los muy interesados, nos va a obligar a replantearnos la vida.

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La crisis actual, que más que económica es sistémica porque incluye crisis política, ecológica, social, de valores, etc debiera hacer pensar a los gobiernos que no están haciendo bien las cosas. Sin embargo, los líderes mundiales han vuelto a cometer el mismo error: situar el crecimiento económico en el lado de las soluciones en lugar de en el de las causas, ignorando nuevamente los límites del planeta. Incluso, llegan a justificar que no se haya avanzado más en materia de desarrollo sostenible por las “múltiples crisis económicas, financieras, de alimentos…”, como si se trataran de desastres naturales sobrevenidos e independientes del funcionamiento del sistema.

Las diversas cumbres mundiales sobre el desarrollo o sobre la sostenibilidad, o sobre ambas a la vez, se limitan a hacer declaraciones vacías dándose plazos cada vez más largos, menos concretos y menos obligatorios. Los lobbys empresariales, presentes en las cumbres y apoyados por los gobiernos, no tienen interés en que se tomen la medidas que cada día son más urgentes y necesarias y, además, se proponen a sí mismos como los que pueden hacerlo posible.

Papel de las ONGD

En los tiempos de desmantelamiento del bienestar social que sufrimos, las organizaciones que queremos seguir haciendo cooperación, tenemos la obligación de replantearnos nuestro papel. Hemos vivido muchos años bien acomodados bajo el ala de las subvenciones públicas que, en buena medida, han matado nuestro espíritu transformador e innovador y nos han convertido en formales y políticamente correctos gestores de proyectos en aquellas áreas que la Administración no es capaz de (o no tiene interés por) atender. Ya no se trata, sólo, de conseguir dinero para seguir haciendo proyectos enormes, sino de repensar el sentido de nuestras organizaciones.

Las ONGs de toda la vida deben resituarse en la actual emergencia de movimientos sociales movilizados, de los que nunca debimos dejar de formar parte. Debemos buscar nuevas formas de hacer educación e incidencia, de articularnos junto con los demás movimientos ofreciendo nuestra experiencia y base social. No podemos seguir dirigiéndonos a la gente como si fueran agentes pasivos, no es momento de pedir sino de implicar, es momento de corresponsabilidad, de aprender a cooperar entre nosotras, de compartir espacios y movilizaciones. En resumen, es hora de aceptar el reto de transformar la sociedad.

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Nuestra particular tarea, si asumimos el reto de participar activamente en la transformación de las actuales relaciones de poder, debiera estar basada en: La necesidad de acuerdos globales sobre la reducción de gases de efecto invernadero; el establecimiento de un impuesto global a las transacciones financieras; el cambio de modelo productivo y de consumo basado en principios de soberanía alimentaria; el establecimiento de auditorías a la deudas públicas externas; la igualdad efectiva de derechos, oportunidades y reconocimientos para hombres y mujeres; la transición a un modelo energético limpio y sostenible; el cumplimiento de la legalidad internacional para Estados y transnacionales; la desaparición del fraude fiscal consentido mediante la existencia de paraísos fiscales; la generación de espacios de participación política ciudadana creativa y comprometida; la erradicación de la pobreza extrema y no extrema, y la reducción de las brechas de desigualdad.

Algunos de los aspectos señalados en el párrafo anterior parecen lejanos a nuestra acción hasta ahora, pero por poner un ejemplo, ¿es hoy posible separarlos en parcelas o se debe considerar inseparable la lucha por erradicar la pobreza y del efectivo cumplimiento de los derechos humanos, de la exigencia de reducción de gases de efecto invernadero y de unas nuevas relaciones económicas?

En un mundo globalizado las alternativas, que las hay, deben ser globales y las ONGDs podemos aportar nuestro conocimiento y relación con las poblaciones de países empobrecidos para tejer redes que faciliten la cooperación y solidaridad entre las personas de todo el planeta para buscarlas e implementarlas.

3 comentarios en “EL FUTURO DE LA COOPERACIÓN Y DE LAS ONGD

  1. Totalmente de acuerdo.Hace años que yo decía en MM que estábamos haciendo de escaparate bonito a las Instituciones que nos utilizaban (concediéndonos subvenciones,eso sí),pero saliendo ellos en la foto, y vendiendo caridad, que no justicia.Habría que idear alguna manera de presionar a los organismos públicos a ser más justos y respetuosos con el planeta.

  2. Pingback: DE LA FINANCIACION DE LAS ONGDS INTERNACIONALES, OTRA VISIÓN. | Medico Cúrate a ti mismo

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