DESIGUALDADES FRENTE A COVID19

En pleno siglo XXI, nos enfrentamos a una amenaza casi medieval, una pandemia global, un virus que atraviesa fronteras con total facilidad, ajeno a cualquier idea de límite territorial y, sin embargo, se nos impone un aislamiento casi total, en unidades familiares, en los domicilios particulares lo que, siendo necesario, no deja de ser una especie de incongruencia.

Todo esto nos llena de incertidumbre, nos coloca en una situación incierta y, por eso, más difícil de enfrentar. La crisis generada por el COVID19 nos obliga a afrontar en primer lugar y sobre todo, una crisis de bienes primarios, esenciales, la vida misma. En esta crisis, la salud es lo primero, porque es una condición necesaria para cualquier otra, porque abre las posibilidades a todo lo demás. Por eso, ahora, lo que toca a cada uno de nosotros es dejar trabajar a los profesionales, seguir las demandas de los que mandan en este momento y ya llegará el momento de pedir cuentas por lo que nos ha llevado a esta situación y de lo que se ha hecho para sacarnos de ella. Esto no quita para que, mientras esto acaba, podamos analizar situaciones que se nos dan ahora mismo.

INTERDEPENDENCIA Y VULNERABILIDAD

Lo primero que, en mi opinión, debemos asumir es que este virus nos enfrenta, por un lado a nuestra interdependencia global y por otro a reconocer, de la misma manera, nuestra vulnerabilidad. Esta última nos debe hacer ver que somos seres necesitados, que la individualidad y el individualismo acabarán con nosotros, están acabando con nosotros y con el planeta y es también esta vulnerabilidad la que nos hace interdependientes en nuestras pequeñas sociedades y en la sociedad global.

Podríamos decir que nos trata a todos por igual, nos pone igualmente en riesgo de enfermar, de perder a alguien cercano. El virus demuestra que la comunidad humana es igualmente frágil, y los más frágiles entre todos, los que con más facilidad van a sufrir las peores consecuencias (los ancianos y los más enfermos) están empezando a ser señalados por algunos gobiernos como los culpables de la crisis económica que vendrá y los están queriendo sacrificar en el altar de la economía financiera.

DESIGUALDAD

Por otro lado, la desigualdad social y económica, como no puede ser de otra forma, asegurará que el virus discrimine. El virus por sí solo no lo hará, pero los humanos seguramente lo estamos haciendo. Con los poderes en alza del nacionalismo, el racismo, la xenofobia y el capitalismo terminal, podemos imaginar un mundo en el que las vidas europeas son valoradas por encima de todas las demás, vemos esa valoración desarrollarse violentamente en las fronteras de la UE (con muros, vallas, devoluciones en caliente y recorte brutal de derechos humanos) y en el interior de la propia UE con discriminaciones entre países del norte y el sur.

Lo más probable es que la infección por COVID-19 se concentre, sea más grave y tenga mayor letalidad entre los más desfavorecidos que, además, tendrán menos acceso a diagnósticos y tratamientos oportunos y de calidad, aunque el tratamiento para la infección sea hoy por hoy muy limitado. Los determinantes sociales de la salud hacen que los grupos sociales más desfavorecidos a menudo padezcan más afecciones y enfermedades crónicas que los ponen en riesgo de enfermar gravemente y morir por el COVID19, además de que es previsible que, sobre todo donde no hay acceso igualitario a sistemas nacionales de atención de salud, esos sectores se vean todavía más afectados por retrasos en el diagnóstico y tratamiento de este y de otros problemas de salud. Y, finalmente, también muy importante por la enorme cantidad de personas afectadas, es que los desfavorecidos socialmente sufrirán las mayores consecuencias económicas y sociales

Otro aspecto a señalar, que siempre se puede observar en las epidemias, y ya se hizo ver en el tratamiento de la crisis del Ébola, es que el aplazamiento de la atención médica para otras enfermedades, que ya está ocurriendo en todo el mundo, a medida que los sistemas de atención sanitaria se sobrecargan y anticipan la afluencia de casos de Covid-19, podría afectar drásticamente a la morbilidad y la mortalidad por diversas enfermedades crónicas. Si a esto le sumamos el cierre de centros de Atención Primaria para dedicar a sus trabajadores a hospitales de campaña, como en Madrid, las consecuencias podrían ser dejar de atender a los pacientes en sus domicilios que se está demostrando como la mejor manera de descargar los servicios hospitalarios.

ENFOQUE DE GÉNERO

Aunque la enfermedad Covid-19 parece matar más a los hombres, se menciona poco el papel de la mujer en la pandemia. Por una parte, representan el 70% de los trabajadores del sector médico, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), pero hay una escasa representación femenina en las instituciones donde se deciden las estrategias contra la Covid-19 según un artículo del Lancet titulado Covid-19: el impacto de la epidemia según el género. Según el último informe de Global Health 50/50, un colectivo sin ánimo de lucro que promueve la igualdad de oportunidades en el campo de la sanidad, en el mundo, más del 70% de los directores de organizaciones sanitarias son hombres

Las mujeres son también las primeras responsables de los cuidados de los niños y los ancianos y, además, su debilidad económica se acentúa con la crisis financiera causada por la enfermedad, algo que tendrá que ser considerado en las medidas económicas que se deben tomar en el futuro.

Además, existen “pruebas evidentes” de que, en tiempos de precariedad económica e inestabilidad social, explota la violencia de género en el ámbito doméstico. “La epidemia está teniendo un impacto enorme”, reprocha desde China Wan Fei, fundador de una asociación antiviolencia en Jingzhou, en la provincia de Hubei. “Las denuncias por maltrato se han triplicado en el mes de febrero y, según nuestras estadísticas, el 90% de los casos está relacionado con la Covid-19”. En Francia, la Secretaria de Estado de la Igualdad entre Mujeres y Hombres ha constatado que las llamadas al teléfono contra el maltrato ha pasado de más de 1600 al día a solo 200 en la cuarentena, no porque baje el maltrato, sino porque les es más difícil a las mujeres maltratadas llamar. Qué impacto va a tener esta pandemia en relación al género es algo que debe ser analizado sin demora, para poder tomar las medidas adecuadas.

Nos lo enseñan las epidemias del pasado reciente: un enfoque que deje de lado el género, unido a la casi nula presencia de mujeres en las salas del poder, provoca que, en semejantes situaciones de emergencia, sean más evidentes las desigualdades entre hombres y mujeres, penalizando a estas últimas. Tanto durante la crisis del Ébola como en el caso del Zika, por ejemplo, se recortaron las consultas de salud sexual y reproductiva lo que condujo a una mayor mortalidad materna y en el segundo caso a un recorte de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.

SOLIDARIDAD Y COMPROMISO GLOBALES

Una idea final a sacar de esta crisis debiera ser que podríamos exigir un mundo en el que la política de salud esté igualmente comprometida con todas las vidas, desmantelar el control del mercado sobre la atención médica que distingue entre los dignos de recibirla y aquellos que pueden ser fácilmente abandonados a la enfermedad y la muerte, en el que es radicalmente inaceptable que algunos tengan acceso a una vacuna que pueda salvarles la vida cuando a otros se les debe negar el acceso porque no pueden pagar o no pueden contar con un seguro médico que lo haga.

Esa política establecería además la solidaridad con todos los países, comprometidos con la atención médica universal y, por lo tanto, establecería una política transnacional de atención médica comprometida con la realización de estos ideales de igualdad.

ALGUNAS LECCIONES SOBRE LA EPIDEMIA DE CORONAVIRUS

Una epidemia internacional como la actual supone un problema de salud global, al mismo tiempo que nos muestra cómo la salud va mucho más allá del individuo y de los sistemas sanitarios, cómo la salud de las personas no es independiente del medio, de la sociedad en la que viven.

No deberíamos considerar las epidemias, especialmente las que se extienden más allá de las fronteras, como un fenómeno exclusivamente sanitario porque, como estamos viendo, tiene muchas ramificaciones en aspectos económicos, sociales, éticos y de derechos individuales y colectivos. Según cómo se responda a cada uno de estos aspectos, la crisis de todo tipo que seguirá a esta epidemia servirá para aplicar las lecciones aprendidas o, como en la crisis de 2008, para volver a tropezar con la misma piedra y que la paguen los que no han tenido ninguna responsabilidad.

El coronavirus nos va a impulsar a repensar el significado de nuestra vida, nuestra forma de estar juntos, los peligros de la globalización, ya que es posible que nos devuelva una normalidad diferente, un renacer distinto,  incluidas las reglas financieras internacionales. 

El COVID19 va a afectar, sobre todo, a la salud de las personas, a muchos de forma muy leve, a otros como una gripe o poco más, pero a demasiados les va a costar la vida o seguramente les deje secuelas más o menos importantes. En este mismo remolino se va a llevar por delante muchos puestos de trabajo fijos y sobre todo precarios, se va a llevar por delante multitud de pequeñas empresas que no van poder volver a levantar la persiana y, esperemos, sirva para sacar lecciones que nunca debimos olvidar, nuestra mutua dependencia, nuestra comunidad de destino, lejos de esos mensajes neoliberales al uso que pregonan el “sálvese quien pueda”, el miedo al otro y el individualismo radical que, ahora mismo, nos debilita y nos deja más frágiles frente a cualquier adversidad.

Las políticas de “flexibilización” laboral para facilitar despidos y debilitar a los sindicatos, las de “austeridad” para reducir la protección social mediante recortes del gasto público social (salud, educación, dependencia..) y en la calidad democrática de los países, solo han generado más y más desigualdad al interior de los países y entre los países que se han ido quedando fuera de la globalización. ¿Qué será de estos países con Sistemas de Salud muy débiles o inexistentes cuando les alcance la pandemia?

Muchos de los que desde la política aparecen ahora alabando nuestro sistema sanitario (que por supuesto se lo merece, y mucho) son los que desde la anterior crisis, incluso desde antes, han ido desmantelándolo. En el año 2008 Madrid tenía 2.100 camas hospitalarias más que ahora y desde 2007 España ha perdido más de 8.400 camas hospitalarias, según datos de la Oficina Europea de Estadística (Eurostat).  También había más médicos por paciente: la población ha aumentado en más de medio millón de personas en la Comunidad de Madrid, pero el número de médicos sigue siendo prácticamente el mismo. Se dejaron de invertir 28.686 millones, con el consiguiente deterioro en la prestación del servicio. Nada de esto es casual, se ha hecho con el objetivo de transferir recursos y pacientes a la sanidad privada, que ha crecido en la misma medida que ha disminuido la pública.

¿Qué sería de la lucha contra el coronavirus con una sanidad absolutamente privatizada y volcada al único objetivo del beneficio empresarial?

Pero si algo caracteriza al sector privado en general y al de la salud en particular es la facilidad para transferir a lo público los riesgos y nada se parece más a un riesgo que una pandemia. Por ello, dejar en manos de la iniciativa privada la producción y distribución de bienes y servicios relacionados con la salud supone una dejación del papel del estado en la defensa del derecho a la salud de la población y especialmente de los más vulnerables.

Todo esto debiera servirnos para replantear con más fuerza, si cabe, la necesidad de robustecer el papel del estado, de las instituciones públicas, únicas garantes junto a la sociedad civil organizada de que sea el bien común quien oriente la defensa de los derechos de las personas y especialmente la salud pública.

Por tanto, se debe robustecer el sistema público de salud y actuar de forma diferente a la que se ha venido haciendo últimamente, se debe fortalecer la estructura y el gasto en Salud Pública que ha sufrido los mayores recortes en la última década y también debemos ampliar al máximo la Cobertura Sanitaria Universal

De esta crisis sanitaria debemos salir fuertemente comprometidos, individual y colectivamente, a aplicar las lecciones aprendidas de ella. Cuando nos lancen discursos de que debemos odiar al otro o de que tu salud o la educación de tus hijos es tu responsabilidad exclusiva, debemos recordar cuando el virus nos ha forzado a ver que lo importante es el nosotros y no el yo. Debemos valorar lo público, exigir su fortalecimiento y participar en las decisiones de la salud, formándonos e informándonos como ciudadanía responsable. Al valorar más nuestro sistema público de salud y saber más sobre la salud y sus condicionantes, apoyaremos la mejora de su funcionamiento, y tenderemos a un uso más racional y equitativo del mismo.

EUTANASIA Y SUICIDIO ASISTIDO

POR EL DERECHO A “DIMITIR DE LA VIDA”(Paniker)

Dos casos recientes han puesto el tema de eutanasia y suicidio asistido de actualidad. El primero una mujer de Portugalete que desde que supo que padecía Alzheimer había peleado para que cuando, ya no fuera ella, se le aplicara la eutanasia, el segundo, más reciente, en el que el marido asistió el suicidio de su mujer que padecía una enfermedad neurodegenerativa terminal, que acabara no solo detenido, sino con el caso enviado al juzgado de violencia de género, es un despropósito. Para acabar, la carta de un exbanquero enfermo en fase terminal de ELA reconociendo que si sigue vivo es porque se puede pagar los cuidados que necesita las 24 horas los 365 días del año (ya ni la muerte nos iguala) y que el Estado debiera, o garantizar esos cuidados, o permitir que el que lo desee pueda salirse de su vida legalmente.

Una buena mayoría de españoles opina que la eutanasia se debiera regular. Lo mismo, en un porcentaje menor, ocurre entre los profesionales de la medicina (59% en 2002), que en mi opinión deben ser una parte importante del debate que debe abrirse, sin hacer concesiones a la demagogia y prestando atención a la complejidad del tema. Afirmaciones del tipo de que la eutanasia o el suicidio asistido son como la legalización del asesinato con fondos públicos o compararlo con la eugenesia o comentarios como los de los abuelos que escapan de los hospitales para que no les apliquen la eutanasia, están fuera de lugar.

Hay quien hace declaraciones de que “la vida es siempre maravillosa” o “mientras hay vida hay esperanza”, muchas veces si y muchas otras no y, desde luego, afirmar que alguien, convertido en una piltrafa vegetativa en contra de su voluntad, es una vida humana está muy lejos de empatizar con su situación. Convertir la vida en un valor absoluto conduce, de alguna manera, al totalitarismo. La vida puede ser maravillosa y puede ser espantosa, depende. Si queremos que sea, al menos, digna deberíamos poder reservarnos el derecho a abandonarla cuando sea un horror, el derecho a dimitir de ella como decía Salvado Paniker.

Bienvenida sea la medicina paliativa que ha reducido de forma importante los sufrimientos de la fase final de la vida de muchas personas. Pero le realidad es que el acceso a cuidados paliativos para todas las personas que los necesitan es, cuando menos, desigual y manifiestamente mejorable. Pero es que además los cuidados paliativos y la eutanasia no se contraponen sino que se complementan, porque lo más importante es que en las solicitudes de eutanasia pesa tanto o más el dolor físico como el sentimiento de que se ha perdido la dignidad humana, de que aún sin dolor seguir viviendo de esa manera ya no es vida, sino castigo.

En mi propia experiencia, la casi totalidad de las personas que me han pedido hacer un Documento de Voluntades Anticipadas, deseaban incluir en él una cláusula en la que pedían que en caso de situación terminal con dolor y/o limitación importante de sus capacidades se le apliquen cuidados paliativos y, si fuera legal, se le aplicara eutanasia. Es por eso que digo que tanto los cuidados paliativos como la eutanasia deben ser complementarios. No debe haber eutanasia sin previos cuidados paliativos, ni cuidados paliativos sin posibilidad de eutanasia. Además, es más que probable que esa «puerta abierta» de la eutasnasia produjera un paradójico efecto tranquilizador: uno sabría que, al llegar a ciertos extremos, el horror puede detenerse.

Nadie desea que haya peticiones de eutanasia. Pero tampoco es ético, ni decente, oponerse a quienes, razonable e insistentemente, reclamen el respeto al derecho humano de salirse de la vida porque en las situaciones de eutanasia activa, la alternativa no es entre vida y muerte, sino entre dos clases de muerte: una rápida y dulce, y otra lenta y degradante.

Otro argumento esgrimido es la posible proliferación de homicidios, sin consentimiento del enfermo, en el caso de que se despenalice la eutanasia. Ahora bien, ningún dato empírico confirma este temor. No hay ninguna evidencia de que en Holanda -país pionero en la despenalización de la eutanasia voluntaria- hayan aumentado las eutanasias involuntarias, más bien al contrario, lo que sí existe en Holanda es una total transparencia informativa, y muchísimos más controles legales que en otros países -donde sí es habitual la eutanasia clandestina.

Desde la perspectiva de los principios de la bioética, en mi opinión, la eutanasia debe ser, también, un derecho reconocido. AUTONOMIA, de la misma forma que el paciente tiene derecho a renunciar a un tratamiento, ¿por qué no va a poder decidir cuándo quiere acabar con su vida si esta ya no le parece vida o es indigna? NO MALEFICIENCIA y BENEFICIENCIA, mantener a alguien en una situación de vida que no tolera en contra de su voluntad ¿no será más hacerle un mal que un bien? Y, por fin, JUSTICIA, muchas veces se mantiene, a la fuerza, a alguien atado a unos cuidados que no quiere y que tienen un coste social y económico que podrían utilizarse para algo realmente útil y eficaz.

Muchos, cada vez más, pensamos que la vida debe ligarse con calidad de vida, y que, cuando esta calidad se degrada más allá de ciertos límites, uno tiene derecho a dimitir. Este derecho a dimitir, el derecho a una muerte digna, a una muerte sin dolor y sin angustia, se inscribe en el contexto de una sociedad secularizada y de un Estado laico, donde ya nadie cree que el sufrimiento innecesario tenga ningún sentido, y donde el respeto a la libre voluntad del enfermo es primordial. Quienes defendemos el derecho a morir con dignidad pensamos que el debate sobre la eutanasia y el suicidio asistido ha alcanzado ya un punto irreversible de madurez y que debe resolverse ya cuanto antes.

La Cobertura Sanitaria Universal, una cuestión de vida o muerte

La Cobertura Sanitaria Universal, una cuestión de vida o muerte

Los gastos en salud dejan en la ruina financiera a 150 millones de personas cada año

* Por Eduardo García Langarica, Presidente de medicusmundi

La Declaración Universal de Derechos Humanos establece: “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad”.

El objetivo central de los ODS en materia de salud asumido por la Organización Mundial de la Salud, es la Cobertura Sanitaria Universal (CSU), que combina dos elementos fundamentales: en primer lugar, la utilización por las personas de los servicios sanitarios que necesitan; en segundo lugar, las consecuencias económicas que ello conlleva (menos pago individual por acto médico y más pago mancomunado).

 Siempre y cuando todas las iniciativas sanitarias estén basadas en evidencias para asegurar que se implementen los programas necesarios sin medicalizar la vida, el primer objetivo es que todas las personas puedan acceder a un abanico completo de servicios de salud, incluida la promoción, la prevención, el tratamiento, la rehabilitación y los cuidados paliativos. Y que estos servicios sean de buena calidad. El segundo objetivo consiste en ofrecer protección frente a los riesgos financieros derivados de la asistencia sanitaria.

 La cobertura sanitaria universal es literalmente una cuestión de vida o muerte para muchas personas, concretamente para aquellas que, careciendo de cobertura sanitaria, se ven confrontadas con la perspectiva de una enfermedad para la que no tendrán tratamiento y de la muerte prematura de ellos mismos y sus hijos. Las diferencias en la mortalidad materna o infantil en el mundo, o en el acceso a tratamientos de enfermedades infecciosas y no transmisibles, son aspectos que se pueden mejorar enormemente si existe una voluntad política para desarrollar un sistema sanitario equitativo.

 La cobertura sanitaria universal también puede marcar la diferencia entre la supervivencia financiera y la miseria. La necesidad de pagar la atención sanitaria en el momento de recibirla disuade a muchas personas de acudir a los servicios sanitarios y, además, provoca la ruina a millones de familias cada año. Se calcula que, cada año, esta modalidad de pago provoca que 150 millones de personas hagan frente a gastos relacionados con la salud que los dejan en la ruina financiera, mientras que 100 millones de personas caen por debajo del umbral de la pobreza simplemente porque necesitan utilizar servicios sanitarios.

 Por otro lado, no podemos olvidar las evidencias abrumadoras de que la salud no sólo depende de los factores genéticos y biológicos y de las intervenciones sanitarias; que está fuertemente influida por el entorno de las personas, por cómo y dónde nacen, viven, trabajan, comen, duermen, se relacionan, se mueven o disfrutan de su ocio e incluso el nivel de participación política y social que tienen.

 Junto a la CSU, hay que promover políticas que trasciendan las estrictamente sanitarias y poner el énfasis en iniciativas bajo el marco de Salud en todas las políticas, avanzando en la actuación sobre los determinantes de la salud presentes en ámbitos no sanitarios. Esto significa implicar a todas las políticas, desde las urbanísticas a las laborales, de movilidad, fiscales, medioambientales, de inmigración, etc., y a todos los niveles desde el municipal al estatal y supraestatal.

 Hoy todavía, la pobreza sigue siendo la primera causa de enfermedad y muerte en el mundo y las desigualdades de todo tipo, económicas, educativas, sociales son la primera causa de diferencias sangrantes en el nivel de salud, en la esperanza de vida al nacer (hasta 10 años de un barrio a otro de la misma ciudad), en la salud percibida, en acceso a atención sanitaria.

 “Tener un médico de familia es un factor protector para la salud”. Esta frase resume varias evidencias que hacen que los sistemas sanitarios basados en una atención primaria universal, bien organizada y con recursos humanos bien formados tengan resultados en salud mejores que los sistemas orientados hacia la atención hospitalaria y superespecializada (Davis K, Stremikis K, Schoen C, Squires D: Mirror, mirror on the wall: How the U.S. health care system compares internationally. The Commonwealth Fund 2014.). Faltan 18 millones de profesionales sanitarios en el mundo (solución compleja)

Si, como he iniciado este artículo, existe el derecho de todas las personas a tener la mejor salud posible reconocido por todos los países, deben ser los Estados los encargados de garantizar a su ciudadanía el acceso a un nivel de salud adecuado y, para ello, la evidencia nos dice que la mejor alternativa es a través de sistemas públicos de salud basados en la atención primaria de salud, en la que ésta sea el eje del sistema y no sólo la puerta de entrada al mismo.

La última pata de este sistema es la financiación, que debe descansar sobre políticas fiscales progresivas, en las que quien más tiene pague más y quien más necesita reciba más, políticas fiscales solidarias, políticas de financiación sanitaria que promuevan la equidad, la eficiencia y la eficacia, garantizando que se tengan en cuenta los derechos de los más vulnerables.

 Por último, todo esto que digo es válido a nivel global, todas las personas en este mundo globalizado tenemos los mismos derechos. Las naciones, en la Agenda 2030 de los ODS, se comprometieron a no dejar a nadie atrás y, en materia de salud, esto debe suponer en primer lugar cooperar para promover, en todos los países y para todas las personas, el mayor nivel de salud posible; y en segundo lugar, facilitar la financiación de la salud en cada país y  a nivel global con políticas fiscales internacionales justas y solidarias.

                   

 

EL DERECHO A LA ALIMENTACIÓN, LOS TRANSGÉNICOS Y LA AUSTERIDAD

En estas dos semanas se han ido juntando un par de noticias relativas a la alimentación, al derecho a la alimentación, y a la desigualdad en el acceso a este derecho dignas de ser destacadas.

 La primera apareció con grandes titulares en buena parte de la prensa mundial y ha generado un debate muy interesante, se trata de la denuncia de más de 100 Premios Nobel, que acusaban a Greenpeace de crímenes contra la humanidad por su oposición a los transgénicos, a esta me referiré más tarde.

La segunda ha pasado mucho más desapercibida y solo en algunos medios nacionales se han hecho eco, escaso eco, sobre la publicación de la Encuesta de Presupuestos familiares y en cuya evolución desde el año 2007 vemos también los efectos de la crisis y de las políticas de austeridad en lo que comen los españoles y el deterioro de la dieta producido en estos años.


El porcentaje medio destinado a alimentación por las familias españolas ha aumentado un 1%, pero ese aumento es mayor en las familias con menos ingresos y el diferencial de gasto entre estos y los de mayores ingresos ha subido hasta casi un 10%. Además, el aumento se ha producido a base de subir el consumo de alimentos menos sanos, se reduce el de carne de ternera (-33% acumulado entre 2007 y 2014), pescados frescos (-18%), aceite de oliva (-19.5%), leche (-35.6%) y hortalizas y frutas (-18%) y sube en congelados, precocinados y sucedáneos, por ejemplo las “carnes preparadas y productos que contienen carne” (chóped, mortadelas, patés de baja calidad…) suben un 25%, los “despojos casquería…” suben un 8%, las pastas alimenticias un 4%.

Ese deterioro en la dieta de las familias españolas, fruto del aumento del paro, reducción salarial, precariedad, etc provocadas por las políticas de austeridad, es otro ataque más a los derechos de las personas. En este caso al derecho a la alimentación, que es algo más que comer cada día y que va indisolublemente unido al derecho a la salud por la enorme influencia que la mala alimentación tiene en nuestra salud. Las desigualdades en salud están fuertemente relacionadas con la desigualdad en la alimentación, porque está en la base de la mayor plaga actual en el mundo, la de las enfermedades no transmisibles, como la diabetes, la obesidad, las enfermedades cardiovasculares …

En los dos lados de la moneda del derecho a la alimentación, tenemos la cara de la alimentación que enferma por exceso de calorías o de alimentos insanos, y tenemos la cruz de la falta de acceso a la alimentación. Es en este lado donde se ha tratado de situar, a mi modo de ver de forma muy superficial, el debate sobre los Organismos Modificados Genéticamente (OMG) y la acusación a Greenpeace de crimen contra la humanidad. 


El hecho de que más de 100 Premios Nobel suscriban un documento tan escasamente basado en la evidencia como el que trato aquí, sobre un tema controvertido y con tan poco consenso científico es, cuando menos. demagógico, porque de la misma manera que estos 100 científicos apoyan los OMG y los declaran seguros, el año pasado, más de 300 científicos firmaron una declaración, publicada en la revista Environmental Sciences Europe, en la que negaban dicho consenso sobre la seguridad de estos organismos.

Los premios nobel centran su ataque a Greenpeace en al arroz dorado, una variedad de arroz a la que se le ha añadido una pequeña cantidad de betacaroteno, precursor de la Vitamina A y que, afirman ellos, podría acabar con el déficit de esta vitamina y que afecta a millones de personas en su mayoría niños. En efecto, muchos millones de personas en todo el mundo no ingieren suficiente vitamina A (en un contexto general en el que el 40% de la población mundial, al menos, padece deficiencia en micronutrientes, no solo Vitamina A); según la OMS y para 2’8 millones de niños menores de cinco años la falta de vitamina A es tan grave que produce ceguera

Cuando, tras más de 20 años de investigación, el propio Instituto Internacional de Investigación del Arroz manifiesta que no se ha podido demostrar aún que este tipo de arroz pueda paliar la deficiencia de vitamina A en los países afectados porque no se sabe si proporcionan vitamina A biodisponible, ni está clara su conservación y tampoco la cantidad que expresa la planta, no deja de ser sorprendente que científicos de ese nivel acusen de este fiasco a una ONG, como indica la respuesta a la carta de los premios Nobel por parte de Greenpeace y Ecologistas en Acción.

Además, pretender centrar el debate sobre la desnutrición exclusivamente en un solo micronutriente y con las limitaciones que he señalado, parece querer convertir al arroz dorado en un caballo de Troya con el que colar por la puerta de atrás todos los demás OGM, permitiendo dudar sobre si el arroz dorado es un avance científico o un avance comercial. 


La humanidad ya tenía la tecnología suficiente para evitar el hambre en el mundo antes de llegar los transgénicos, lo que ha faltado siempre es voluntad política por parte de los países desarrollados para evitarla. Producir suficiente cantidad de alimentos nunca ha sido el problema, incluso en condiciones difíciles como los desiertos, el reciclaje de aguas residuales y el cultivo hidropónico ha resuelto problemas pero no ha acabado con el hambre. 
El auténtico problema siempre ha estado en permitir a cada país y a cada pueblo desarrollarse libremente, utilizar los conocimiento que siempre han tenido para producir por sí mismos los alimentos suficientes para sí mismos y sus hijos, no para la exportación o para facilitar la especulación con comodities, para tirar un tercio de los alimentos que producimos, para alimentar a la creciente cabaña ganadera o para biodiesel.


Ya hay experiencias en varios países, Mozambique, Uganda, Filipinas y otros están promoviendo cultivos adaptados a la cultura y conocimientos locales, que son capaces por sí mismos de aportar los micronutrientes necesarios y los resultados son, a dia de hoy, bastante mas concluyentes que los del arroz dorado. Porque, ¿una elemental sensatez no aconseja orientarse hacia la agroecología, la producción local, la soberanía alimentaria, en definitiva la resiliencia en el terreno de los productos del campo, en lugar de una agricultura cada vez más dependiente de combustibles fósiles y de patentes comerciales sobre la vida?

DE LA FINANCIACION DE LAS ONGDS INTERNACIONALES, OTRA VISIÓN.

Recibí hace un par de dīas, un correo de una buena amiga con enlace a este artículo, escrito a raíz de la renuncia de MSF a fondos públicos europeos y de sus estados miembros ( https://medium.com/de-las-distancias/de-la-financiación-de-las-ongs-internacionales-4f4be5b15437#.vruwa3ueh), que recomiendo su lectura porque es muy bueno y me da pie a dar otra visión que, en ningún modo se opone a la del autor del mismo, sino que pretende ser complementaria. 

Coincido en casi todo lo que dice, incluso en lo que se refiere a la organización que presido, MedicusMundi, en la que conocemos nuestras debilidades y sabemos que una muy importante es la excesiva dependencia de fondos públicos y la escasa dedicación hasta ahora a la captación de fondos privados, algo que queremos ir cambiando.


De una forma más o menos directa he escrito en este blog, varias veces, sobre este tema, al menos en los tres siguientes enlaces podéis leer sobre ello si queréis, porque no voy a repetir lo que ya dije allí y puede servir para entender lo que sigue., Aquíaquí y aquí

SOBRE LOS FONDOS PÚBLICOS

Los estados llamados desarrollados tienen el compromiso desde hace ya mucho tiempo de destinar el 0.7% del PIB a la cooperación al desarrollo y, de esto, dedicar el 15% a la cooperación en salud. Quienes tienen que llevar adelante estos compromisos de los estados son los gobiernos, otra cosa diferente es que cumplan sus compromisos y el papel, fundamental,de la sociedad civil, de los votantes, en exigir su cumplimiento.  

Los fondos públicos vienen de los impuestos que todos pagamos, o debemos pagar, para sostener todas las políticas públicas de las que la cooperación al desarrollo es una más y, por tanto, no pertenecen al partido político que gobierne ni, mucho menos, al político de turno. Los gobiernos, en sus diferentes niveles, tanto municipales como provinciales, autonómicos o centrales marcan sus prioridades en las convocatorias a las que debemos presentar nuestros proyectos. 

Es razonable que, siendo fondos limitados, se dediquen a aquello donde puedan ser prioritarios y más eficaces, y que los que concurrimos a la convocatoria sepamos de antemano lo que se nos pide. 

Otra cosa diferente es que se introduzcan intereses que nada tengan que ver con el desarrollo ni con las necesidades reales de las poblaciones a las que teóricamente debieran ir los fondos de cooperación, por ser las más necesitadas, y el partido del gobierno introduzca intereses bastardos comerciales, geopolíticos o del propio partido. Para esto debe estar el parlamento y la sociedad civil, otra vez, exigiendo el cumplimiento de los compromisos, pero también para ello debiera haber un compromiso de estado, general, sobre la política de cooperación al desarrollo, de tal manera que no dependa tanto de los vaivenes políticos o de los interesas comerciales del momento.


Seguramente la Agenda 2030, de los ODS, y el Acuerdo sobre el Cambio Climático, suscritos ambos por España, pueda ser una oportunidad única, que no debiéramos desaprovechar, para que se marquen de una vez las prioridades de la política de desarrollo y de cooperación para el desarrollo, y la redundancia es imprescindible en este caso porque debe referirse tanto a España como a los países empobrecidos.

SOBRE LOS FONDOS PRIVADOS

Los primeros y los más importantes para cualquier ONGD en mi opinión, son los que provienen de nuestros socios y socias y voluntarios y voluntarias. De las personas que conociendo nuestra misión, visión y valores y nuestro modo de trabajo, lo asumen como propio y lo sostienen económicamente o con su trabajo. La rendición de cuentas y la transparencia absoluta debe ser una premisa básica para que se mantengan lo más activos posible. A mantener y aumentar esta base social informada, formada y activa deben ir nuestros mayores esfuerzos porque estos no ponen más condición que nos mantengamos en la misma línea.

Después están los donantes, aquellas personas que, ocasional o periódicamente, destinan dinero para un proyecto concreto o para el sostenimiento general de la organización. La premisa de transparencia y rendición de cuentas, como no podía ser de otra manera, es igual al de las personas socias, tratando de lograr su identificación con los fines de la organización.

Hay después un grupo de entidades como colegios profesionales, grupos de trabajadores públicos, universidades, fundaciones independientes…. que hacen convocatorias para apoyar algún proyecto de cooperación.

Por último, queda el enorme campo de las empresas y sus fundaciones y de la Responsabilidad Social Corporativa. Es de perogrullo decir que hay empresas de todo tipo, que no es lo mismo la tienda de la esquina que El Corte Inglés, que no es igual FIARE y TRIODOS BANK que el Banco Santander o el BBVA, que es distinto GOIENER que Iberdrola o REPSOL por señalar diferentes ejemplos. 

LA MISIÓN DE LAS ONGDS Y SU FINANCIACIÓN

Hace ya tiempo que las ONGDs dejamos de ser asistencialistas para defender un modelo de desarrollo centrado en las personas, humano, y sostenible. Nuestra experiencia a lo largo de décadas dedicadas a tratar de mejorar las condiciones de vida de las personas más vulnerables nos llevó a la convicción que solo con un cambio de modelo de desarrollo, no centrado en el crecimiento económico y que tuviera en cuenta los límites del planeta, podríamos conseguir un mundo para todos, como se dice en la agenda 2030, un mundo que no deje a nadie atrás.

Los ejes en los que se basa el actual modelo de desarrollo son la financiarización de la economía, el consumismo por encima de todo, el individualismo a ultranza, la precarización de las condiciones laborales, la deslocalización de la producción y de las condiciones laborales, las externalidades del sistema (contaminación del aire y del agua, calentamiento global…) que pagamos entre todos, la caracterización de lo privado como más eficiente que lo público sin evidencia que lo sustente, etc.


Ante esta caracterización del mundo actual, el modelo de desarrollo humano y sostenible se debe sustentar en la cooperación, la solidaridad, el consumo responsable y de productos de cercanía, el comercio justo, la soberanía alimentaria, las energías renovables, el empoderamiento de las personas, la igualdad de género y de todas la personas, los derechos humanos, la justicia, le equidad….

Si algo debemos tener, en mi opinión, las ONGD es COHERENCIA y exigir a los gobiernos que la tengan, que las políticas de cooperación y de desarrollo no sean incoherentes con las comerciales y económicas, que no promovamos la paz con la mano derecha y que con la izquierda favorezcamos la exportación de armas a países en conflicto, o que digamos a los ciudadanos que ahorren energía para reducir el cambio climático y favorezcamos el Fracking.

LA COMUNICACIÓN DE LAS ONGD

Coincido con el artículo que citaba al principio de esta entrada en que debemos tener una buena, muy buena, política de comunicación en las ONGD, más si queremos combatir el modelo actual que es permanentemente defendido en todos los medios de comunicación, pero tenemos que asumir que TODO COMUNICA, lo que hacemos y lo que decimos es, seguramente, lo que más comunica pero también lo que no hacemos y lo que no decimos y con quién lo decimos y lo hacemos.


¿Podemos promover servicios públicos de salud financiados a través de políticas fiscales progresivas y aparecer junto a empresas,como la casi totalidad del IBEX, que trabajan en paraísos fiscales? Estoy convencido de que no.

¿Podemos hablar de comercio justo y consumo responsable y aparecer junto a empresas,como INDITEX y otras, cuyo modelo de negocio se basa en el consumo desbocado, la deslocalización para ahorrar costes laborales y sociales? Yo creo sinceramente que no

¿Podemos criticar el modelo neoliberal por sus implicaciones sociales y aparecer junto al Banco Santander y/o BBVA? Sigo pensando que no

¿Podemos hablar de soberanía alimentaria, hacer campañas como 25 gramos o la próxima «DAME VENENO» y aparecer junto a Nestlé, Coca Cola o McDonalds? Por supuesto que tampoco.


¿Podemos defender las energías renovables, defender que hay que ir a un modelo de desarrollo que respete los límites del planeta y aparecer junto a REPSOL, IBERDROLA, etc? Sigo diciendo que no

¿Podemos defender el derecho a la salud y aparecer junto a empresas tabaqueras o de alcoholes destilados? También creo que no.

¿Podemos exigir a las empresas y, por supuesto al gobierno, que cumplan su verdadera RSC, pagando todos sus impuestos y cumpliendo toda la legislación laboral allá donde estén? Si, claro que si, podemos y debemos.

En mi opinión, el trabajo de las ONGD tiene o debe tener un componente ético fundamental, basado, sobre todo, en la coherencia entre lo que dice su misión y lo que hace y comunica, por eso estoy convencido que no todo el dinero es válido, que no todos los caminos llevan a buen puerto.

Con esta premisas, asumiendo que los estados, que los gobiernos, no son perfectos, que demasiadas veces tienen intereses bastardos, prefiero renunciar a según qué fondos privados que a los públicos aún admitiendo que la excesiva dependencia de un solo tipo de fondos es mala para las organizaciones porque nos debilita.

Una vez dicho todo esto, quiero señalar que, como ya he dicho al principio, en la actualidad soy PRESIDENTE de la FEDERACIÓN DE ASOCIACIONES DE MEDICUS MUNDI ESPAÑA y que lo que expreso en esta entrada, como en todas las de este blog por otra parte, es una OPINIÓN PERSONAL, que no tiene por qué coincidir ni con la de todas las asociaciones de la FAMME ni con todas las personas que formamos medicusmundi.

LA MATANZA DE ORLANDO ES VIOLENCIA MACHISTA

La matanza en el club Pulse de Orlando en la que murieron más de 50 personas y otras tantas resultaron heridas está provocando algunos debates interesantes. 

Más allá de la utilización hipócrita por parte del exalcalde de la ciudad donde vivo, para desacreditar a otro partido político al que, de paso, acusó falsamente de financiarse a través de Irán donde se cuelga a los homosexuales de una grúa, cuando ese mismo político no dijo nada cuando varios ministros del gobierno de su partido fueron en septiembre pasado a Teheran acompañando a empresarios (¿quizás, entre otras cosas, a vender grúas?). Por otro lado no es la primera vez que este político utiliza de forma torticera afirmaciones falsas para conseguir votos favoreciendo actitudes racistas, así que no debemos sorprendernos por eso ni de que use de forma rastrera su conocida condición de homosexual para repartir carnets de hipócritas a los demás. En fin, dime de lo que presumes…..

Decía que se han abierto algunos debates interesantes. Uno en relación con el arma usada en la masacre, que fue llevada a cabo con un AR-15, un fusil automático. Estas armas tienen la capacidad de disparar cientos de balas por minuto y permiten al asaltante matar a escala industrial, rociando a sus víctimas con plomo caliente y fuego y que el asesino había comprado de forma legal una semana antes del atentado. ¿Cómo es posible que nadie pueda comprar un arma de esas características «Legalmente»? ¿Qué idea de la libertad hay que tener para defender que pueda venderse armas de ese calibre? ¿Qué utilidad puede tener? Desde luego a mí se me escapa. En este caso el debate es acerca de la regulación de la venta de armas en Estados Unidos, pero no tengo esperanza de que ese debate llegue a buen puerto, es decir a que se limite.

En vista de que el asesino es de origen afgano y de religión islámica, de que el Estado Islámico rápidamente reivindicó el asalto como propio y a pesar de que el FBI no da demasiada credibilidad a la adscripción de este criminal al ISIS, no se ha tardado demasiado en declararlo como crimen yihadista y no como crimen por odio sexual, por homofobia. De paso, de esta manera podemos seguir favoreciendo la islamofobia. Es más cómodo a nuestra sociedad asumir que alguien de fuera, algún otro externo invasor nos ataca, es nuestro enemigo, que aceptar que la homofobia existe y provoca muertes.


Y además de asumir que existe y que provoca muertes, hay que asumir que no vino de la mano del islam, que las declaraciones de algunos cardenales como Cañizares sobre el imperio gay, que mensajes como el del Gobernador de Texas diciendo algo así como que quien ofende a Dios debe atenerse a las consecuencias, culpabilizando a las víctimas y tantas y tantas actitudes diarias que no criticamos, permitan la creación de un caldo de cultivo que favorecen ataques menores a parejas gays en la calle o al acoso en los colegios, a los insultos machistas en el deporte…

Pero lo cierto es que si el asesino hubiera sido cristiano, su religión no sería relevante, solo su homofobia, pero si lo hace un musulmán lo único relevante es su religión, con lo que de alguna manera se discrimina a los gays porque se les niega su condición de víctimas de odio sexual. Lo cierto es, en mi entender, que los mató un asesino de ideas yihadistas pero por su condición de homosexuales y que tanto da que el asesino sea de religión islámica o cristiana, en la raíz de estas muertes está el machismo de esta sociedad heteropatriarcal que tanto discrimina y no protege a las mujeres por serlo como a tantos hombres por tener una sexualidad diferente.En una sociedad patriarcal, es terrorismo cuando mata un yihadista pero no cuando mata un machista. 

Debemos dejar de hablar de violencia de género para definitivamente reconocer que todas estas violencias son iguales, parten de la misma raíz y llamarlas por lo que son, VIOLENCIA MACHISTA.

HABLANDO ANTE LA ASAMBLEA GENERAL DE LA OMS

El pasado viernes 27 de mayo, tuve la oportunidad de dirigir a a la Asamblea General de la OMS. Con ocasión de recoger el premio Sasakawa a la salud en nombre de la Federación de Asociaciones de MedicusMundi España, me dio la oportunidad de hablar a la Asamblea.


En mi opinión, para un médico que ha desarrollado toda su carrera en el medio rural, compatibilizándolo con el trabajo para conseguir que el derecho a la salud esté al alcance de todos sin ningún tipo de discriminación, con el compromiso de que en lo que respecta a la salud no debe haber diré cías entre las personas, esta oportunidad es mucho más que un sueño.

Seguro que podía y debía haber dicho muchas más cosas, podría haber insistido en la necesidad de conseguir la Cobertura Sanitaria Universal, en que la mejor vía para conseguirlo es a través de Sistemas Públicos de Salud basados en la Atención Primaria de Salud, que es la manera más eficaz y eficiente de que se acabe con las inequidades en el acceso a la salud. Podría haber hablado sobre la necesaria atención a los determinantes sociales a la salud, más habiéndose dado la casualidad de que el anterior premiado fuera Sir Michel Marmot, una autoridad mundialmente reconocida en estos temas y a quien tuve el honor de conocer.


Sin embargo, el protocolo de la entrega de premios limita la extensión del discurso y solo pude decir lo que adjunto más abajo. De todas formas, estoy convencido de que alguna parte de la filosofía de medicusmundi quedó en la OMS, impregnando parte del discurso del Sr Yohey Saskawa previa a la entrega del premio y, quizás, en las cabezas de quienes asistieron a la comida con que nos agasajó la Fundación Nippon el día previo a la entrega del premio y a la que asistieron el embajador de Japón ante la OMS, varias autoridades de la OMS de las áreas del Pacífico Oriental y Sur así como de África y especialmente la Directora general de la OMS que también asistió y mostró interés en nuestro trabajo. Seamos optimistas.
DISCURSO ANTE LA OMS

«Señores, señoras, distinguidas autoridades:

En primer lugar quiero agradecer a la OMS y al Comité de Selección del Premio Sasakawa para la Salud, al Sr Sasakawa y a la fundación que dirige la concesión de este premio a Medicus Mundi España.

Quiero manifestar nuestro agradecimiento al Ministro de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad de España y a las personas del Ministerio que han trabajado en la presentación de la propuesta, así como a la Ministra de El Salvador, al Ministro del Perú y a todas las instituciones del Estado Plurinacional de Bolivia, Guatemala, Perú y El Salvador con las que cooperamos y que todos los días avalan esta propuesta con su trabajo.


Por fin, queremos reconocer y agradecer el compromiso y la valía de los equipos sobre el terreno que son parte esencial de la construcción ideológica de medicusmundi por la cual se la reconoce hoy aquí.

Este premio es un reconocimiento a la contribución que viene realizando medicusmundi en defensa del Derecho a la Salud y en favor de la “Transformación de los sistemas públicos de salud desde los principios de la Atención Primaria de salud.

El proyecto premiado, encuadrado en el “Modelo de Salud Integral e Incluyente”, ideado por Medicus Mundi para el primer nivel de atención, se desarrolla en esos cuatro países desde hace más de dos décadas, y ha logrado la mejora de la cobertura y el acceso equitativo a la salud de las comunidades rurales e indígenas, y este es nuestro más ansiado premio.

Muchas veces, cuando trabajamos con las comunidades, nos sentimos solos, este reconocimiento nos permite ver que no lo estamos, que hay más personas que piensan, como nosotros, que la salud debe ser igual para todos y que no podemos dejar a nadie atrás.

Muchas gracias.»
Si alguien tiene interés en ver la sesión de entrega de premios, on-line, lo puede hacer en el siguiente enlace, se puede ver en varios idiomas, español entre ellos.

http://www.who.int/mediacentre/events/2016/wha69/webstreaming/en/

En la pestaña de la derecha, entrar en Morning Sesion del 27/05 y en ese video, la entrega de Medicus Mundi va del minuto 11:40 al 20:13

BUSCANDO UNA VIDA QUE MEREZCA LA PENA SER VIVIDA

Un niño de tres años ha conseguido lo que hasta hace poco parecía imposible: el fin de la indiferencia ante el drama de los refugiados que llaman a las puertas de Europa. Y de paso, puede haber acabado con el mercadeo insoportable de números, que son personas, que cada país estaba dispuesto a recibir.

Se llama Aylan y tenía tres años. La imagen de su cuerpo tendido, muerto, en la arena de una playa turca ha golpeado la conciencia y el corazón de esta Europa que, con su Nobel de La Paz a cuestas, solo es capaz de demostrar la hipocresía que la gobierna. Esta Europa fortaleza, donde nuestros mandatarios parecen querer mantenernos encerrados como rehenes, que se gasta en cinco años casi tres veces más en alambradas que en ayuda a refugiados. Esta Europa irresponsable que tira la piedra y esconde la mano en Libia, en Siria, en Egipto, en Irak, donde ha promocionado guerras y flirteado con golpes de estado en función de sus intereses geoestratégicos, energéticos o de minerales, o de los de su aliado norteamericano.

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Se cuentan por miles los muertos en el Mediterráneo (el nuevo Mar Muerto lo ha llamado alguien), y no contamos los que no han llegado a él porque se han quedado por el camino, en las costas de Libia o en Gibraltar y, ahora, entre Turquía y Grecia. Entre tanto, los gobiernos europeos miraban hacia otro lado, haciéndonos creer que los únicos culpables de esta crisis son los infectos contrabandistas de personas, obviando, como si hubiéramos estado inmersos en una amnesia colectiva, quiénes y por qué les echaron de sus casas y quiénes y por qué les cierran las puertas.

Mirar hacia otro lado no es responsable. La Europa de las personas, la humanista, la que queremos construir sobre principios y valores, la inclusiva y hospitalaria, la de los derechos humanos, no debe ni puede permitirse dimitir de la obligación que tiene para quienes reclaman un derecho que les asiste, el derecho de asilo. Las personas que llaman a nuestra puerta no son los culpables de esta crisis, como a veces se ha dado a entender, son las víctimas. Europa tiene el deber de auxiliar sino quiere que la historia le asigne el papel de verdugo.

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Esperemos que ahora no pretendan que distingamos entre los que huyen de la guerra y los que lo hacen de la pobreza, como si la miseria fuera diferente, como si la necesidad de una vida digna de ser vivida fuera diferente, como si las causas de una y otra fueran distintas. Porque no solo es un problema de solicitantes de asilo. Europa, además de un lugar seguro rodeado de países en conflicto, es una tierra rica que hace frontera con mucha miseria.

Una vez más, la foto de un niño, Aylan, ha sacudido nuestras conciencias como aquellas otras, en los 80, de niños etíopes o biafreños muriendo de hambre. Ahora, como entonces, ha sido la ciudadanía quien ha puesto corazón a una realidad insorpotable. Ahora, como entonces, la ciudanía se moviliza y mira a las ONGs, maltratadas, dicho sea de paso, por gobiernos como el nuestro. Donar a una ONG o a quien sea está bien, pero no es suficiente. , Debemos pasar a la acción si queremos poner fin a esta Europa que, gobernada por los mercados, ya no es solidaria ni con sus propios ciudadanos.

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Exijamos a la Unión Europea y a los gobiernos de todos los estados que respeten y defiendan los derechos humanos, que dediquen más recursos a la cooperación al desarrollo (el coste del primer año de las personas refugiadas es con cargo a la Ayuda Oficial al Desarrollo), que dediquen más recursos y un cambio radical en la política de asilo. Pero lo que de verdad es urgente y, sobre todo muy pertinente, lo que es primordial y verdaderamente transformador es ir a la raíz del problema: la guerra. Y, ya puestos, exijamos que nuestros gobernantes acaben con las políticas militaristas, comerciales, energéticas y económicas que obligan a miles de personas a huir de sus casas, buscando una vida que merezca la pena ser vivida y a la que, por otra parte, todos deberíamos tener derecho.

LA SALUBRIDAD NO ES SUFICIENTE SIN LA SOBERANÍA ALIMENTARIA. (7 DE ABRIL DÍA MUNDIAL DE LA SALUD)

Este año, la OMS ha destinado el día mundial de la salud a la salubridad de los alimentos y señala que los alimentos que contienen virus o bacterias, parásitos o sustancias químicas nocivas causan más de 200 enfermedades, desde la diarrea al cáncer y provoca  dos millones de muertes al año, en su mayoría niños. 

Con la globalización de los suministros alimentarios, la OMS señala que es imprescindible reforzar los sistemas de vigilancia de la inocuidad de los alimentos en todo el mundo. A través del Codex Alimentarius, la OMS a ofrece un conjunto de normas directrices y códigos de prácticas sobre los principales alimentos y procesos.

De cara a este día mundial, la OMS ha publicado cinco claves para la inocuidad de los alimentos que  ofrece a los vendedores y consumidores orientaciones prácticas sobre cómo manipular y preparar los alimentos: Mantener la limpieza, Separar alimentos crudos y cocinados, Cocine los alimentos completamente, Mantener los alimentos a temperaturas seguras, y Usar agua y materias primas inocuas. 

Pero la seguridad de los alimentos no depende solo, ni mucho menos, de vendedores y consumidores. Empezando por los productores, pasando por los transformadores y distribuidores y, como no, por los poderes públicos que son responsables de fijar normas y velar por su cumplimiento para tratar de garantizar que los alimentos que tomamos sean seguros.

La alimentación es uno de los determinantes sociales básicos que definen que la salud sea buena o no, más que la propia atención sanitaria, pero hay más, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en su artículo 25, reconoce el derecho a la alimentación como un bien primordial que debe ser protegido. Sin embargo, entre 2010 y 2012 ha habido 870 millones de personas en el mundo subalimentadas, el 12,5% de la población global. 

Como en tantas otras cuestiones la desigualdad es lo que caracteriza a este grave incumplimiento de un derecho humano. Así pasa que mientras en España, una familia gasta al mes aproximadamente el 15% de la renta familiar en la compra de alimentos, en muchos lugares del mundo, la parte dedicada a la alimentación representa más del 80% de los ingresos familiares, sin que ello les permita disfrutar de una alimentación equilibrada.

Hoy, a pesar de las innovaciones agroalimentarias y de las mejoras alcanzadas en los sistemas de producción agrícola y los transportes, según el Informe sobre la inseguridad alimentaria en el mundo de la FAO, en 2012 había más hambrientos que en 1990.



En la subalimentación lo importante es, sobre todo, la falta de micronutrientes esenciales, en el otro lado de la moneda, el exceso de nutrientes que se acumulan provoca un deterioro grave de la salud por sí mismo, obesidad, o facilitando la aparición de enfermedades crónicas como diabetes, enfermedad cardiovascular hasta cáncer. 

También en este aspecto la OMS propone límites a los contenidos máximos de ciertos alimentos, como los 25 gramos de azúcar añadido diario para prevenir la obesidad, sobre todo la infantil, y propone la limitación de publicidad sobre alimentos que contengan más azúcar, sobre todo en horario infantil. Demasiadas veces en España se incumplen estos criterios, el gobierno deja en manos de las empresas alimenticias su autorregulación y hay muestras de que ese sistema, sencillamente, no funciona, como está demostrando y denunciando la campaña 25gramos.



La globalización de los suministros de alimentos, lo que ha ocurrido es que un puñado , cinco, de grandes transnacionales controlan el mercado de semillas, abonos, así como el almacenaje, la distribución y la venta de los productos alimentarios. Estas empresas junto a fondos de inversión en futuros que especulan con los precios de los alimentos esenciales, ejercen un control sobre el precio de los productos que  les permite obtener beneficios muy sustanciosos y, además, deja a merced de su codicia a millones de personas pobres cuyo acceso a los alimentos esenciales  —el trigo, el maíz, el arroz— se ve mortalmente restringido.

La extensión cada vez mayor de monocultivos en grandes superficies, destinada a la alimentación del ganado que comemos o a biocombustibles nada ecológicos o para la exportación de flores para adorno provoca que, en demasiadas ocasiones, se expulse a los campesinos que antes producían en ellas su comida y un pequeño excedente para vender.

Hablar de alimentación no puede ser solo de productos agrícolas, hay que hacerlo también sobre la producción ganadera, pero no solo por lo nocivo para la salud del consumo excesivo de carne. La ONU emitió el informe: “La sombra alargada de la ganadería. Aspectos medioambientales y alternativas”, en el que se establece que el sector ganadero emite más gases de efecto invernadero que el del transporte, incluido el aéreo, en concreto, un 40% más. Ese mismo informe de la ONU cuantificaba en el 33% la superficie terrestre utilizada por la ganadería para producir comida para los animales y que el 70% de la selva deforestada en América Latina es para producir forraje para alimentar ganado.



Es necesario que la visión sobre la alimentación deje de ser la seguridad, que está cada vez más claro que es inseparable de la soberanía alimentaria, que el derecho a la alimentación, a una alimentación sana y justa,  debe asociarse al derecho a decidir qué queremos sembrar, cómo lo queremos sembrar, para qué queremos sembrar, dónde y qué vender, qué semillas queremos usar y que se debe separar definitivamente de la especulación y del beneficio escandaloso de unos pocos con las necesidades de todos.