FILIPINAS Y EL PRESTIGE DEMASIADAS COINCIDENCIAS

Esta semana han coincidido en los medios de comunicación, al menos los españoles. El Prestige puede que no interese fuera de aquí aunque debiera hacerlo. A pesar de que sucedieron tan lejos en el espacio, casi en las antípodas, y en el tiempo, 13 años, han coincidido en los medios en la misma semana.

Pero además ambas tienen más coincidencias. Especialmente porque las dos reflejan las consecuencias de una misma manera de entender el mundo y cómo debe regirse la economía. Ambas son consecuencia de un capitalismo depredador de recursos, de apropiación de bienes, que debieran ser comunes, para beneficio propio y de nulo interés por proteger el planeta para poder seguir viviendo en él y de legarlo a las generaciones venideras en buen estado, con la lógica del máximo beneficio en el menor tiempo posible, como si no hubiera mañana.

La sentencia del Prestige ha venido a decir que ni la irresponsabilidad ni la incompetencia son responsables de los daños que se hizo a miles de kilómetros de costa, a la pesca, a las aves marinas petroleadas, a los pescadores que tardaron meses en poder volver a pescar o a recoger marisco, etc.

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La irresponsabilidad de transportar la muerte en barcos que debieran estar desguazados, bajo banderas de conveniencia, con tripulaciones de conveniencia, dejando regueros de fuel a su paso, con la lógica de la menor inversión para el mayor beneficio no es responsable de los daños que sus acciones provoquen. ¿Cómo iba a serlo si las leyes protegen que se continúe usando bienes comunes como el aire, el agua de los ríos y los mares para echar su contaminación a ningún coste más que para los que debemos sufrirla?

La incompetencia de unas autoridades políticas que se dedicaron a marear la perdiz, o el jabalí porque a algunos les pilló cazando, haciendo que un barco dañado y perdiendo fuel peregrinara adelante y atrás hasta que las vibraciones de los motores y el oleaje lo partieron en dos y provocaron lo que todos recordamos, no es tampoco responsable. ¿Cómo iba a serlo si son los que hacen las leyes demasiadas veces a su conveniencia o a las de las grandes empresas que luego les colocan muy bien remunerados?

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En Galicia se ha declarado culpable al mar y a la fatalidad.

En Filipinas tampoco habrá responsables. Miles de personas habrán vuelto a morir en balde. Cientos de miles lo habrán perdido todo por nada. Durante unos días estará en las primeras páginas de los periódicos, abrirá los informativos. Unas semanas se hablará de Filipinas en foros internacionales, se pondrá en marcha la maquinaria del capitalismo filantrópico, se movilizarán recursos para ayudar a los damnificados y se comprometerán miles de millones de dólares y de euros que luego no llegarán y buena parte de los que lleguen irán a los bolsillos de los de siempre. Pero no habrá responsables. ¿Cómo iba a haberlos si el aumento de desastres naturales ligados al cambio climático ni siquiera es reconocido por todos los gobiernos que son, además, incapaces de hacer algo más que gestos para la galería para frenarlo?

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En Filipinas ni siquiera se declararán culpables, sólo la fatalidad es responsable.

Otra coincidencia de ambos casos es que aunque no haya responsables, excepto el océano en un caso y la fatalidad en el otro, alguien va a pagarlo. En ambos casos van a hacerlo los que siempre lo hacen. Los daños por irresponsabilidad e incompetencia del Prestige los vamos a pagar los contribuyentes españoles que, como es bien sabido, no son precisamente los ricos de este país y en Filipinas lo van a pagar, como siempre, los pobres porque quién coño les manda vivir allí donde la fatalidad les va a acabar por llevar una desgracia «imprevista» como esta.

Para acabar, una última coincidencia en ambos casos. Dado que provocar todo esto sale gratis a los auténticos responsables, cabe hacerse una pregunta, ¿cuándo y dónde va a volver a pasar? Ojalá que el deseo que expresaba en su día, y sigue expresando hoy, la plataforma NUNCA MAIS se haga realidad, pero hoy por hoy lo único seguro es que va a volver a pasar, porque sin responsables no se aprenden las lecciones que nos va dando la naturaleza.